De la predicción molecular a las terapias avanzadas: la inmunología abre el camino hacia una medicina más humana, precisa y preventiva.
Por Silvia Sánchez-Ramón
HoyLunes – «La imaginación es más importante que el conocimiento. El conocimiento es limitado.
La imaginación abarca al mundo entero, estimula el progreso y da origen a la evolución». Esta célebre frase, atribuida a Albert Einstein tras el eclipse del 29 de mayo de 1919, que confirmó su teoría de la relatividad general, trasciende la filosofía para convertirse en un mandato urgente para la ciencia médica contemporánea.
En una era marcada por el avance fulgurante del conocimiento, con información infinita y conocimiento accesible, pero con frecuencia estéril, la imaginación se convierte en el motor de innovación que permite conectar diferentes disciplinas, transformar datos en soluciones concretas, pero, sobre todo, traducir la ciencia en humanidad.
La inmunología, por su naturaleza híbrida médica y científica, es el campo donde esta potencial sinergia entre conocimiento e imaginación se pone a prueba. Es una disciplina capaz de trasladar las observaciones clínicas a hipótesis de laboratorio, y el laboratorio como una herramienta esencial para dar nuevas respuestas a problemas tangibles, a necesidades reales de los pacientes, con cuyas asociaciones trabajamos estrechamente para aumentar el conocimiento científico. No es una especialidad más, sino la arquitectura fundamental para una medicina que aspire a ser realmente precisa, humanizada e integradora. De hecho, en los próximos diez años, la inmunología se perfila como uno de los campos con mayor capacidad de transformación en el abordaje de la enfermedad humana.

El sistema inmunitario representa un complejo equilibrio dinámico entre defensa, tolerancia y memoria para mantener la integridad del individuo y el guardián de su identidad en el tiempo. Su desregulación puede manifestarse como inmunodeficiencias, enfermedades autoinmunes, inflamatorias crónicas, alergias o rechazo en trasplantes, así como en el cáncer, pandemias silenciosas de nuestro tiempo. Comprender esta dualidad “defecto o exceso” no es solo un ejercicio académico, sino la llave para desbloquear una medicina que no se limite a apagar fuegos, sino que prevenga el incendio desde su chispa molecular. En efecto, la capacidad de imaginar nuevas formas de comprensión de este sistema complejo será crucial para avanzar hacia una medicina que no solo trate síntomas, sino que anticipe y prevenga patologías desde sus raíces moleculares y su interacción con los factores ambientales y el estilo de vida. La inmunología del futuro exige un salto cualitativo. Debemos pasar de medir el daño a predecirlo. Esto requiere el desarrollo de biomarcadores de alta precisión que detecten desregulaciones inmunológicas mucho antes de que la enfermedad sea sintomática.
Esto permitirá establecer estrategias de diagnóstico precoz y abrir la puerta a intervenciones preventivas. Aquí, la inteligencia artificial emerge como un elemento transformador. Su valor supremo no es solo analizar grandes bases de datos genéticas, transcriptómicas e inmunofenotípicos, entrenar algoritmos capaces de estratificar riesgos, predecir la evolución clínica y sugerir terapias individualizadas. Su verdadero valor está en su potencial para devolver el tiempo a los clínicos, reforzar la interacción directa con el paciente y potenciar la empatía, la comunicación, el juicio humano. La tecnología, bien orientada, puede y debe ser el catalizador de una medicina más humana.
El desarrollo de la inmunología no se limita al diagnóstico, sino que su papel es decisivo en el desarrollo de la vanguardia de terapias avanzadas cada día más eficaces y seguras, como las terapias celulares CAR-T, que han revolucionado la oncología y se exploran en enfermedades autoinmunes refractarias; las terapias TIL (Tumor-Infiltrating Lymphocytes), con gran potencial en tumores sólidos y patologías inmunológicas crónicas.

Una revolución terapéutica que redefine especialidades enteras. Llevar estos avances del laboratorio a la cabecera del paciente de forma segura, eficaz y equitativa es el gran desafío político y logístico. Superarlo exige demoler silos. El progreso nacerá de equipos interdisciplinares, donde inmunólogos, oncólogos, hematólogos, reumatólogos, internistas, farmacólogos, bioquímicos (por mencionar algunos), pero también bioinformáticos y asociaciones de pacientes co-diseñen prioridades de investigación. Esta visión choca frontalmente con la miopía de los ciclos políticos cortos y la crónica precariedad investigadora. Urge una política sanitaria con ambición de Estado, que favorezca la creación de centros de excelencia traslacional, financie con audacia la ciencia de alto riesgo y recompense la formación de equipos multidisciplinares en la sanidad pública. No es un gasto; es la única inversión estratégica para un sistema sanitario que pretende sobrevivir al tsunami de la cronicidad con eficiencia y dignidad. Además, será esencial la colaboración activa con asociaciones de pacientes, no solo como receptores pasivos de tratamientos, sino como generadores de conocimiento, definidores de prioridades y evaluadores de resultados que impactan en la calidad de vida de las personas. Esta alianza entre ciencia y sociedad orientará la innovación hacia las necesidades reales de quienes conviven con enfermedades inmunológicas.
La inmunología se despliega en tres escenarios complementarios, cuyo impulso es estratégico para las necesidades del futuro: marco académico: Universidades que formen inmunólogos con visión clínica, investigadora y ética, así como una enseñanza amplia de inmunología para todas carreras universitarias en ciencias de la salud; marco de investigación: apostar por una financiación estable que premie la colaboración y traslación real, no solo la publicación en revistas, aumentar las plazas de investigadores y las becas y ayudas a la investigación; marco asistencial: Incorporar la figura del inmunólogo clínico en los equipos interdisciplinares a lo largo de la geografía española y dotar a los hospitales de laboratorios inmunológicos de última generación.

La inmunología será decisiva para avanzar hacia una medicina personalizada, preventiva y predictiva. Comprender los mecanismos inmunológicos permitirá anticipar, diagnosticar y tratar enfermedades con impacto directo en millones de vidas.
En este camino, como intuyó Einstein, la imaginación será el primer paso para la inmunología al servicio real de la sociedad. Imaginar una medicina a la altura de los desafíos inmunológicos del siglo XXI es el primer acto político para construirla. Exigirla, el siguiente.

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